En el desierto siempre encuentras vida

Un paseo por el desierto en busca de agua

«Camino por las dunas del desierto. Un hombre del desierto va conmigo pero yo guío y decido, él no interviene. A lo lejos, veo poblaciones, edificaciones, pero yo sigo caminando por las dunas. Me voy repitiendo una frase que me ha dicho él: ‘En el desierto, da igual en qué dirección vayas, siempre encuentras vida’. Sigo avanzando. De pronto, me detengo, pues oigo como el sonido del agua de una cascada. Le digo: “Es en aquella dirección”, señalando hacia la izquierda. Cuando llegamos al lugar hay varias personas, como en una fuente o una acequia que lleva agua. Observo el agua. Veo que está sucia, que no es agua clara. Le digo que no voy a beber, que éste no es el lugar, pues el agua no es pura. Me mira con una sonrisa y me dice: ‘¡Muy bien, vas por buen camino!’.»

Este sueño sucedió, efectivamente, en una época en la que parecía que andaba por un desierto. Me concedió la confianza en mis sentidos, y sobretodo la capacidad de discernir. El desierto simbolizaba mi vacío y mi sed por encontrar un camino con vida. Encuentro agua, símbolo universal de las emociones y los sentimientos. No por encontrar algo de vida, es la adecuada para mí.  El agua que encuentro está contaminada y soy capaz de reconocer que no es la que busco. El sueño me invita a seguir buscando.

La capacidad de discernir el sí del no

Recuerdo que me desperté de este sueño con mucha fuerza. Sentía que la travesía sería larga, pero estaba consiguiendo tomar conciencia de lo negativo que impregnaba mi vida. Necesitaba relacionarme con el agua desde un lugar de mayor respeto, darme cuenta de que ya no quería seguir ingiriendo agua contaminada. En mi sueño, decido que no quiero ingerir esas emociones contaminadas, las dejo fuera. El discernimiento es una capacidad fundamental a la hora de navegar nuestras emociones. Poder diferenciar lo que es nuestro de lo que no, nos permite actuar desde el amor y a la vez aprender a poner límites cuando es necesario.